Recuperando notas obtenidas en los pasados ciclos de videoconferencias en la Facultad de Artes de la UACH, quiero abordar el tema de la creatividad.
La creatividad es un rasgo característico del ser humano. Creo que todos tenemos la capacidad de crear. El problema es cuánto tiempo, energías, esfuerzo y recursos invertimos en la creatividad. En mi propia experiencia, me sorprende un poco que (a mi parecer) yo mismo me mostraba más creativo cuando era estudiante, a como lo soy ahora que me desempeño profesionalmente. Un viejo adagio dice que la necesidad es la madre de todas las invenciones, o algo así. Lennon y Mcartney reconocieron que era muy diferente escribir canciones en el puro piso a escribirlas sobre cojines. En la videoconferencia a la cual hice alusión anteriormente, la Dra. Pamela Burnard, de la Universidad de Cambridge, R. U. aborda el tema Developing Creativities, Cultures and Practices in Music Education, a partir de dos aspectos: abordar la práctica de la educación musical de forma creativa, y promover una cultura de la creatividad en nuestros alumnos. Ambos aspectos son un reto para el docente de música no solamente en el Jardín de Niños, sino en todos los niveles educativos.
El punto de partida para la doctora Burnard es el concepto de creatividad que tenemos individualmente como maestros, y la forma en que nuestra propia cultura lo ve. Podemos encontrar definiciones de la palabra creatividad, pero lo que importa es qué es la creatividad para nosotros, y cómo nuestra cultura asume la creatividad de sus individuos. En nuestra cultura, por ejemplo, no siempre las personas tenidas como creativas son exitosas, y en varias ocasiones, resultan marginadas o incluso combatidas, pues son vistas como amenazas, gente «loca» que atenta contra el orden o la tradición. Pienso que hay, hasta cierto punto, algo de indisposición a la creatividad en nuestra sociedad, lo cual se manifiesta en nuestras aulas en una educación poco creativa. Algo que me sorprende de nuestro sistema educativo es que al docente frente a grupo se le piden prácticas pedagógicas novedosas, creativas, retadoras, atractivas y significativas para el alumno, y cuando se trata de capacitarle o actualizarle, se hace de forma tradicional y poco novedosa.
Pero que esto no sea motivo para detener nuestra creatividad, ni la revisión a la conferencia de la doctora Burnard, quien nos habla sin embargo de la existencia del sentimiento de frustración que se percibe en la escuela. Es cierto; los maestros sabemos por lo general qué enseñar, pero no siempre acertamos en el cómo. Los planes y programas de estudio parecen a veces una suerte de receta en la cual solamente se registran los ingredientes, pero no las instrucciones, los pasos a seguir, etc. Esta situación por sí misma ha forzado un poco la creatividad de algunos docentes; en mi propia experiencia docente, me he sentido impelido a abordar mi práctica pedagógica desde un punto de vista de «ráscate con tus propias uñas». No que esto sea malo en sí, pero me lleva a una característica de la creatividad: el riesgo. Si existe frustración puede deberse al hecho de que o bien lo que creamos no nos está funcionando o bien, no nos hemos arriesgado a aplicar nuestra energía creativa. Al principio de mi vida profesional, generalmente me resistía a probar cosas nuevas, actividades que se me ocurrían. Con el tiempo, vencí ese temor e inseguridad ante los éxitos que obtenía. No digo que soy muy creativo, pero pienso que para serlo, hay que ser un tanto audaz y atrevido.
Parte del problema que aborda la doctora, nos dice, está en la forma en que concebimos la música y lo que es un músico. Nuestros estándares pueden ser muy altos, o bien tomamos modelos idealizados. En este respecto es necesario repensar lo que es la música, su función en la educación, y el papel que jugamos como docentes en ella. Necesitamos derribar algunos mitos o por lo menos, la imagen que nos hemos formado de los mismos.
Destaca la existencia de diferentes dimensiones en la creatividad; se puede aplicar la creatividad en la enseñanza, en la composición, al abordar los temas, al diseñar las actividades, etc. Aquí la clave es crear las oportunidades para ser creativos, y alejar las amenazas a la creatividad. Se trata de dos factores: el riesgo y el empoderamiento, para lo cual propone la creatividad empática y la comunidad creativa. Es necesario crear espacios para la creatividad. Esto puede ser entre docentes y entre alumnos. Así, la doctora Burnard nos comparte sus visiones de una profesión creativa:
- Conexiones creativas entre los sectores.
- Individuos adaptables, identidades colectivas y expertos colectivos.
- Nuevos senderos en tu carrera
- Nuevo conocimiento.
- Manejo del cambio, proyección, contribución creativa, aprendizaje global.
En suma, ser creativos es estar dispuestos a tomar riesgos para poder expandir nuestra creatividad y la de nuestros alumnos.